Yo soy parte de un Esplai de la Eixample: Esplai Sant Isidor, dónde yo y una gran cantidad de niños desde 5 a 17 años acuden cada sábado por la tarde, a jugar y pasárselo bien los unos con los otros.
En el Esplai, los niños estamos divididos por edades y cursos, aunque de vez en cuando e hace alguna excepción. Al ser yo y los de mi grupo las más mayores del centro, y los que tendremos que tomarles el relevo a los monitores el año que viene, en caso que deseemos quedarnos, este último año se nos exigen actividades que requieren un poco más de planificación que en años anteriores. En este caso, se nos pidió llevar a cabo una actividad para entretener a todos los demás niños y niñas del Esplai, y se nos ocurrió la idea del Scaperoom.
Ninguno de nosotros había planificado antes nada parecido, pero nos pusimos manos a la obra, y muy pronto tuvimos, esquemáticamente, un plan de cómo queríamos que fuera la historia del Scaperoom: en una escuela de primaria habían asesinado al profesor de informática, y los alumnos (los participantes del Scaperoom) debían descubrir quién había sido el culpable antes que entrara la policía y les echara.
Quedamos durante tres fines de semana seguidos para llevar a cabo el Scaperoom: durante el primero, asesoramos el espacio que teníamos para montarlo (la parroquia que se encuentra justo al lado del centro) y a partir de eso, montamos un mapa con la situación de todas las pistas y el orden en que deberían irlas descubriendo. Tardamos todo el fin de semana en planear el transcurso entero del Scaperoom, y como deberes durante la semana, a cada uno de nosotros se le asignaron un par de pistas que crear, o material que traer para el fin de semana siguiente. También creamos un póster, anunciando el Scaperoom, de que iba, y cuando se podían presentar, y lo colgamos en las redes sociales de, Esplai, ya que el Scaperoom no estaba abierto sólo a miembros, sino a cualquier familiar o amigo que le hiciera ilusión participar.
Al segundo fin de semana, reunimos todo el material y pistas, y subimos a la parroquia para empezar a prepararlo. Habían cosas que no encajaban, o que simplemente no prohibió colocar el mismo dueño de la parroquia, así que nos adaptamos como pudimos. También nos hicimos las fotos con los ‘disfraces’ pertinentes, para simular los distintos profesores del centro, las imprimimos (las fotos y a todo el resto de material de impresión) y bajamos al sótano de la parroquia a buscar candados o similares para las puertas.
El Scaperoom se inauguraba el tercer fin de semana, y duraba desde las 9:00 am del sábado hasta las 10:00 pm. Cada sesión era de 45 minutos, así que atendimos a un total de 15 grupos, de entre 4 a 10 personas cada uno.
Posteriormente al Scaperoom, quedamos todos de nuevo el viernes por la tarde, para dejarlo todo preparado del todo, y acabar de decorar las habitaciones de las que disponíamos para que parecieran aulas de una escuela. (La gente colaboró trayendo sus propios libros escolares antiguos, o exámenes y fichas de hace tiempo.)
El mismo día de, Scaperoom, el sábado, quedamos a las 8:00 en el Esplai, para reunirnos una hora antes de la la llegada del primer grupo, y disfrazarnos cada uno de lo que le tocaba, para hacer las pequeñas actuaciones de antes y después del Scaperoom.
A mi me tocó hacer de policía, y mi papel consistía en hacer ver que abandonaba la escena del crimen, dejándome todas las pistas detrás, para que pudieran entrar los participantes del Scaperoom, y después, una vez se les había acabado el tiempo, debía irrumpir en la sala, con la pistola en alto, y haciendo el usual discurso policiaco de “manos arriba, aléjense de la escena del crimen, etc.”, para o bien echarles de la sala si no habían descubierto el asesino, o felicitarles si lo habían hecho.
Nunca he sido mucho de actuar; de naturaleza soy una persona reservada y a la que no le interesa mucho llamar la atención, pero el Esplai y el estar con mis amigos me ayuda a salir de mi caparazón y estoy orgullosa de decir que verdaderamente me metí mucho en mi papel como policía, sobretodo en las últimas sesiones.
Para cuándo sábado llegó a su fin, y el último grupo marchó del Scaperoom, yo me sentía muy satisfecha con mi trabajo: el Scaperoom me había permitido explorar mi creatividad de una manera muy distinta a la que estoy acostumbrada, y me había dejado ayudar a crear y representar una historia policíaca como si fuera una pequeña obra de teatro, creando nosotros mismos los escenarios, el vestuario y los accesorios.