En una entrada anterior mencioné que soy parte de un Esplai, un grupo de gente de todas las edades que nos reunimos semanalmente, cada sábado por la tarde, de 4:30 a 6:45, para pasar el tiempo de forma creativa y conocer gente nueva.
He acudido al Esplai sin falta, cada sábado, durante casi diez años, y este año es mi último ‘curso’ antes de que lo deje para siempre, o bien me haga monitora.
Al ser yo y mis compañeros de grupo los más mayores de todo el colectivo del Esplai, por tradición, nos toca planear una ruta de diez a quince días por España, en la que iremos en unas fechas por decidir del verano.
Mientras nosotros vamos de ruta, el resto de niños y niñas del Esplai marcharán de colonias o campamentos, en unas fechas similares.
Mis compañeros y yo ya conocíamos esta tradición, y anhelábamos su llegada, ya que hay unos lazos muy fuertes entre los miembros del grupo, y como todos hemos empezado a distanciarnos al ir en pos de educaciones y bachilleratos distintos en centros diferentes, nos hacía ilusión poder pasar una parte del verano juntos, a modo de despedida.
Ninguno de nosotros había hecho antes nada similar, pero no lo veíamos como algo potencialmente complicado, ni que pudiera ocupar mucho tiempo. Sin embargo, al llegar al local el primer sábado del curso, y sentarnos a hablar con las monitoras sobre la ruta, nos percatamos de lo equivocados que estábamos: una ruta de más de diez días, para al menos trece personas, requiere mucha más preparación de lo que inicialmente habíamos pensado: debíamos decidir si queríamos dormir en albergues o en tiendas de campaña, el método o métodos de transporte, ciudades y carreteras cercanas en caso de un accidente, zonas para comprar comida y reponer las reservas de agua, si queríamos llevar los instrumentos de cocina o alquilarlos en los albergues de cada pueblo, etc.
Y sobretodo, debíamos escoger por dónde queríamos hacer la ruta, y cuadrar el precio por persona que tendría, considerando todos los factores superiores.
Esta última parte nos acabó llevando más de un mes (se ha de tener en cuenta que nos reunimos un total de cuatro veces mensualmente, si todo va bien) y nos desalentó un poco la lentitud del progreso.
Pero nuestras monitoras nos aseguraron que era normal, y nos animaron a tomar un rol más activo respeto el desarrollo de la preparación de la ruta.
Siguiendo sus consejos, hemos empezado a dividir los trabajos por grupos, y cada grupito se encarga de planear el alojamiento, los puntos de agua y/o acampada, lugares de interés turístico, carreteras circundantes y otras cosas necesarias de una etapa reducida de la ruta. De esta manera se divide el trabajo, y cada grupo puede ser más minucioso con su pertinente etapa, lo que consigue una ruta más bien planeada y con mucho más detalle.
Esta experiencia nos ha ayudado, y nos está ayudando a todos a ser más organizados y más minuciosos con nuestro trabajo, ya que hacer la mejor ruta posible se encuentra en nuestros mejores intereses. Aprender a planificar y asignar trabajos también nos ha ayudado a centrarnos en preparar no sólo el aspecto teórico de la ruta, sino la parte física también.
La ruta final por la que nos hemos decantado es la segunda etapa del camino De Santiago, de Bilbao a San Sebastián, y con las paradas que queremos hacer y los sitios donde planeamos dormir, nos sale una media de 20 km diarios.
Para prepararnos para la ruta, en el Esplai se hacen un número mínimo de excursiones trimestrales, durante todo el fin de semana, con la intención de ganar resistencia y llevar a cabo pequeños simulacros de lo que será ir nosotros solos por el camino, con tan sólo el contenido de nuestras mochilas y nuestros compañeros para ayudarnos en caso de que nos perdamos o suceda cualquier otra alteración en el orden de las cosas.
Nunca he sido una persona especialmente deportiva, así que me van bien estas excursiones para prepararme de cara al verano.
La preparación de esta ruta me aporta dos cosas: ejercitar mi lado creativo para ayudar a planear la ruta más divertida y completa posible (además de aprender a organizar y llevar a cabo un proyecto en un grupo más grande de lo que estoy acostumbrada), y por otro lado, una parte de acción, ya que me obliga a marcarme un objetivo para entrar en forma antes del verano y poder hacer los 20 kilómetros diarios sin quedarme totalmente incapacitada el día siguiente.