04 Mar
CREATIVIDAD Y SERVICIO: PREPARACIÓN DE UNA GINCANA

[GALERÍA DE IMÁGENES]


Desde que era pequeña he estado asistiendo sin falta a un centro llamado ‘Esplai Sant Isidor’


El Esplai consiste en un grupo de gente, desde seis a dieciocho años (aunque hay excepciones) que se reúnen cada sábado por las tardes de 16:30 a 18:45, y hacen actividades sociales y divertidas, además de reflexiones que cubren temas relevantes para todo tipo de grupos demográficos. 


A finales de 2019 el Esplai cumplió 40 años, y como se hace cada año en el que cumple un múltiplo de cinco, montamos una gincana para celebrarlo. (Aunque el aniversario fue en 2019, la celebración no se pudo llevar a cabo hasta el Marzo de 2020, por disponibilidad de los monitores y de los niños.)


Este año era diferente a los demás para mi grupo y yo, ya que ahora éramos los más mayores del Esplai. (A los niños nos dividen por edades, ya que sería imposible planear actividades igualmente entretenidas para un niño de seis años y uno rozando la mayoría de edad.) Este será nuestro último año en el Esplai, y el año que viene tendremos la oportunidad de hacernos monitores y trabajar mano a mano junto con el equipo de monitoreo actual. 


Es por eso que ahora se espera un poco más de nosotros que otros años, y para dejarnos paladear el trabajo que requiere ser un monitor de Esplai, los monitores decidieron responsabilizarnos de planear (y, subsecuentemente, encargarnos de) parte de la gincana.


Las actividades que escogimos fueron bastante simples, pero efectivas para una gincana designada para entretener a niños de un rango amplio de edades. Una de ellas consistía en encontrar gominolas con la boca en boles grandes de harina y agua, y otra en pintarle la cara a los miembros de tu grupo. 


Como también se requería nuestra ayuda para preparar el lugar físico en el que se llevaría a cabo la gincana, mi grupo y yo nos presentamos pronto en el Parc de l’Escorxador, para colocar y decorar las bases de las pruebas, montar las mesas para la merienda, y darle los toques finales a algunos de los accesorios necesarios para la celebración. ( Incluyendo un pastel gigante, un dragón recortable de cartón, y un recorte de ‘instagram’ con el qué hacerse fotos como si te encontraras dentro de la mismísima publicación.)


Una vez hubimos ayudado a montar todas las actividades, incluidas las nuestras, empezaron a llegar niños. Los padres estaban encantados, después de todo, esto no era nada menos que un servicio de canguro gratis. Los dejaron en buenas manos y se marcharon, y una vez una cantidad decente de gente se encontraba presente, empezamos la gincana. 


Los más mayores nos turnabamos la supervisión de nuestras actividades, para qué todos nosotras también tuviéramos la oportunidad de participar en el resto de la gincana y en nuestras propias actividades. Mientras no le tocaba a uno supervisar, se le asignaba un grupo de niños pequeños de los que responsabilizarse, para asegurarse que ninguno se hacía daño, o se separaba del grupo, y para motivarlos y animarlos a participar en las pruebas. 


Una vez la gincana terminó y los niños consiguieron recopilar la serie de pistas y frases que les llevarían a resolver el enigma de la tarde (el escondite de la letra de la nueva canción celebrando el aniversario del Esplai), recibimos una breve actuación por parte de los monitores, en la que participamos algunos de los mayores, mientras que otros atendían a las mesas de la merienda y repartían bolsitas de chuches a los que las querían.  


Para cuando se acabó la celebración y el último niño se fue a casa con sus padres, ya eran pasadas las 21:00. Entre todos hicimos una barrida de la área del parque que habíamos usado para asegurarnos de que todo quedaba totalmente limpio, y entonces recogimos nuestro material y, usando el coche de uno de los monitores para lo más pesado y nuestra propias manos para lo más ligero, lo devolvimos todo a la sede del Esplai. 


Entretener y vigilar a un grupo de niños durante casi 5 horas acabó siendo mucho más fácil de lo que me había imaginado en un principio. Cansado, si, pero no desesperante. 


Nunca he sido muy chiquera; tal vez es por mis primos pequeños, pero no tengo una noción muy positiva de lo que es pasar un tiempo prolongado como centro de atención de niños entre 6 y 10 años. 


Pero los niños a los que supervisamos durante la gincana resultaron ser mucho más manejables: estaban verdaderamente interesados por lo que les explicabas, y se enfrascaban en la búsqueda del tesoro con muy poca necesidad de motivación por nuestra parte. Se lo pasaban bien en las pruebas, y hubieron pocas disputas por parte de los grupos perdedores. 


Era como si percibieran la pasión y cariño que le estábamos poniendo a la realización de las pruebas y la rebotaran, de la misma manera que un profesor con verdadero amor por una materia puede hacer llegar una fracción del mismo a sus alumnos a través de sus explicaciones. 


Fue una experiencia novedosa y definitivamente positiva, y he aprendido mucho sobre lo que requiere dedicarse al monitoreo con la dedicación que le ponen nuestros monitores, y también lo gratificante que puede ser cuando sale bien. 

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